La princesa de las ensaladas, sucesora de la lechuga por lo que tampoco puede faltar en nuestras ensaladas, y como su propio nombre indica su tamaño es más pequeño que la de una lechuga normal, son más compactas y su sabor es más suave y dulce, eso es en lo único que la diferencia de una lechuga, ya que aporta las mismas propiedades y beneficios.
Posee un 94% de agua y gracias a este alto contenido de agua y bajos contenidos de carbohidratos, grasas y proteínas, la lechuga aporta muy pocas calorías.
Contiene vitaminas A, B, C y E. Está bien dotada de minerales, especialmente de potasio, hierro, calcio, fósforo y de magnesio, así como oligoelementos, destacando la presencia de folatos. Tiene otra sustancia de interés que es la lactucarium que actúa como calmante sobre el sistema nervioso.
La lechuga ayuda a conciliar el sueño, nos relaja, va bien para la vista, la retención de líquidos y ejerce una acción depurativa general del organismo.
Es ideal para dietas de adelgazamiento y como es rica en betacaroteno ayuda a la prevención del cáncer, especialmente de colon y pulmón.
Incluso se dice que influye en la libido.